Hermanxs de este cerro y de este suelo
ante la constatación terrible
de que mi existencia solo es posible
a causa de una injusticia,
decido plasmar mi voluntad de lucha en este acto
último y definitivo de renuncia.
No elegí nacer en esta cruel monotonía,
ni crecer pa convertirme en una sucia mercancía.
No elegí robarme el agua
de la tierra que me acoge,
ni secar los humedales,
ni colonizar el monte.
Mi vida no parecía un privilegio
porque crecí entre privilegiadxs
un mar de pinos y eucaliptos
iguales todxs,
en todos lados.
El mundo que vivía era el único posible,
mirara donde mirara,
solo clones
nadie libre.
No sabía que los ricos nos plantaron con codicia,
apropiándose de todo
hasta de la justicia.
No sabía que antes hubo grandes bosques milenarios
que se fueron al olvido
en manos de mercenarios.
Mi existencia me avergüenza,
maldigo la plantación.
El rico le llama inversión
y yo digo: más pobreza.
Y por eso ahora decido
por la muerte sin delirio,
nunca más monocultivo,
eucalipto mal nacido,
mi renuncia no es tranquila,
arde por rabia y por sequía,
mas renuncio libremente
pa’ que aquí brote la vida.
Le regalo mis cenizas
a la gran diversidad
y que se hagan tierra pronto
bajo el bosque original
Y si el fuego se propaga,
sepan todxs mis hermanxs
que no es nada personal,
todo lo contrario.
Cuán poético sería
que la llama se trepara en nuestros cuerpos inflamables
y que el agua burbujeara
hasta que la madera estalle!
Cuán poético sería,
se los digo muy en serio,
pues me vale más la muerte
que una vida indigna.
Cuán poético sería.
Olviden mi nombre,
olviden mis palabras
pero no se olviden nunca:
La revuelta es compartida.