<

Solamente en la bici

Solamente en la bici hablo de mis sueños, de mi escandalosa imaginación.

Hay secretos sucios, esos no me interesan. La suciedad solo es peligrosa para quien ha vivido en un mundo aséptico.
Yo respeto más o temo más los secretos inflamables. Hay quien no los tiene porque la normalidad se ocupó de eliminar cualquier material combustible.
Pero son muchos los espíritus indómitos que guardan historias o deseos o planos o planes. Esos son los que le cuento al viento y al pájaro.

No me ocupa la suciedad, pero sí la impermanencia del mundo.

Mi corazón está contento de estar desnudo. Mi corazón está desnudo, está contento, está nutrido. Lo ha fertilizado la borra del café con que perfumabas mis mañanas en Santa María la Ribera. Te recuerdo y me sabe a rebeldía tu sonrisa. Me saben a anarquía las miradas que te respondí, los besos que no te di.

Sabrá sólo el bosque, la península, sólo ellxs, la entraña del caos que nos abrazó hasta hacer converger brevemente nuestras erráticas trayectorias.

Se han desperezado los insectos. Salen de su letargo por arte del tiempo y del silencio. Ríen sus orgasmos, estornudan poesía. Gusanos diligentes que transforman la muerte en vida.

A quien me pregunte, le contestaré con la mínima incerteza posible, o sea toda.